CUENTO : “LA JUNTADA” Eran las tres de la tarde, un día soleado, tranquilo y cotidiano como cualquier otro. En la plaza que estaba a pocas cuadras de la imponente escuela secundaria, se encontraba un chico de unos quince años dando vueltas alrededor de los juegos para niños y de los bancos de madera. Este se llamaba Kevin y estaba esperando a sus amigos para una típica juntada entre ellos. Luego de un par de minutos de andar revisando su celular para ver si alguno de sus compañeros le había mandado un mensaje, aparece desde la otra punta de la plaza otro chico de la misma edad que Kevin. Este tenía una mochila de un tamaño particularmente grande, cargada en sus espaldas. Su nombre era Ramiro. —¿Qué haces Kev?— Dijo alegremente el chico mientras saludaba con el clásico choque de puños a Kevin. Kevin, deslumbrado, no respondió. — Que mala onda loco… ¿Será porque Seba te hizo faltar?— Comentó Ramiro a Kevin, que parecía no salir de su nube de pensamiento— No te perdes nada si hoy no vas a la escuela. — No, no es eso— Respondió tajante Kevin— El único curso que teníamos clases era el nuestro, aparte es un viernes a la tarde con la profe de Biologia, que me calienta ir. — Y no se, si bien hace poquito entré al curso, capte rápido que vos sos el flaco más aplicado que conozco del aula. Se me hace raro verte faltar, por eso te digo. — Ya veo porque me pedís a cada rato los trabajos prácticos de Lengua y matemática...— Kevin se sentó en el banco, mirando hacia el horizonte. — Hey… Igual no te pongas así, me caes dentro de todo bien. Normal. Aunque todavía me acuerdo cuando recién llegué, que Seba me había dicho que eras medio denso, como que te obsesionabas con la gente.— Ramiro se puso al lado de Kevin, manoteando algo dentro de su mochila. — ¿Y qué queres que haga? Estamos en un curso lleno de pelotudos. No es mi culpa que sean tan giles para varias cosas. — ¿Cómo que? ¿Por ejemplo?— Preguntó Ramiro mientras agarraba un paquete de galletitas. — Y... Por ejemplo está Tobias. Tobias Hermani. ¿Lo conoces, no? — Si, algo. Parece piola. — Bueno ese forro me hizo perder un trabajo práctico de historia el año pasado. Se lo preste y pum, de la nada no apareció más. Me daba una bronca eso… — ¿Queres? — Interrumpió Ramiro ofreciendo galletas a Kevin. — No, gracias. Bueno la cosa es que cuando le fui a reclamar para entregarselo al profesor, el gordo ese se hizo el boludo y encima de no darmelo, me empezo a joder diciendome que “Si era tan capaz que me haga uno ahora”... Cosas así de gente necia. — Uhh… Supongo que lo cagaste a piñas me imagino. Otra no te quedaba. — No, no. Por más que este super enojado, esas cosas yo no las hago. Lo hablé con Seba y me dijo que lo mejor era calmarme, que ya lo iba a agarrar. — Apa...—Dijo Ramiro sorprendido— Así que Seba es una especie de guardaespaldas ahora… Mira vos. No lo había visto de esa manera. — Si, masomenos. Desde siempre me defendió. A todo esto, ¿Cuándo viene la piba esta? — Yoli me dijo que en cinco está llegando. — ¿Yoli?— Rió Kevin— ¿Desde cuando tanto cariño y confianza con ella? — ¿Que tiene?— Preguntó Ramiro algo avergonzado. — No, nada. ¿Qué te gusta? — ¿Y a vos te gusta alguien?— Retrucó Ramiro rápidamente. — Las preguntas no se responden con otras preguntas, pero no. Me parecen todas estupidas las del curso, ¿Te gusta Yolanda o no?— Dijo Kevin irritado. — Si bueno… La encararía y todo pero me da cosa viste…— Ramiro se rascó la cabeza de forma compulsiva. — Ella estuvo con Seba, acordate. No vas a poder volver a aparecer en la escuela si salis con ella porque terminas con el nazo roto…— Bromeó Kevin. — Si pero que se yo— Ramiro miró al suelo buscando salir de esa situación incómoda— Ultimamente Seba esta raro… — ¿A qué te referis? Está igual que siempre, Ramiro. — Y no se, dejala ahi mejor. Hey mira, ahí está llegando Yoli Desde la punta contraria de la plaza rectangular, llegaba Yolanda, una chica de la misma edad, la cual tenía el pelo marrón. Se la notaba algo amargada, como si de verdad no quisiera estar ahí. Ella se acercó a saludar a ambos: — Hola Rami, ¿Cómo andas?—Yolanda le dió el típico saludo de beso en la mejilla a Ramiro. — Todo bien… Aca esperando a Seba— Dijo Ramiro riendo nerviosamente. — Uhh… Bueno espero que sigamos esperando— Bromeó Yolanda. — Hola Yolanda— Dijo Kevin mirándola con cierto aura de desprecio a la chica. — Hola idiota. Al fin llegó el día en el que faltas a la escuela, ¿eh?— Ironizó la joven. — Uh callate, ya me acordaba porque no te hablaba tan seguido.— Dijo el chico algo enfadado — Uy, ¿pero qué pasa? ¿Estás molesto porque te toca hablar con nosotros sin Seba al lado?— Yolanda se rió a carcajadas mientras Ramiro hacía coro a su risa de forma menos alocada. Kevin, harto de que sus amigos lo molesten, se paró del banco y gritó señalando con el dedo a la chica: — ¡Yolanda, la puta madre! ¡Me voy a ir, ¿escuchaste?! — Que sensible… ¿Te vas a la escuela entonces? — Balbuceó la chica ahogada entre risas. Ramiro, al cual todavia la situación le parecía divertida, calmó al otro chico: — Tranqui Kevin, tranqui— Ramiro rodeó con su brazo el cuerpo de Kevin— Quédate si total en un rato seguro llega Seba con algo para tomar. Kevin miró furioso a Ramiro, separó el brazo del otro chico de su hombro y se fue a sentar a un banco más lejano, sacó su celular, se puso sus auriculares negros y se entretuvo con los videojuegos que tenía descargados. — ¿Siempre reacciona así?— Le preguntó en susurros Ramiro a Yolanda. — Es un nene. Un nene caprichoso.— Le respondió la chica— No lo mimes tanto. Seba lo convenció de venir acá porque él iba a estar acá, sino seguiría estudiando. — Ah, ya entiendo. —Ramiro miró al chico con algo de pena.— Bueno, entonces… A todo esto, ¿Sabes algo de Seba? Medio que no le llegan los mensajes… — No y no me interesa.— Dijo cortante la muchacha— Desde hace semanas no pienso hablar con él. — ¿Era tu novio? Disculpa pero estoy desde hace pocos meses acá y...— Preguntó el chico curioso Yolanda inclinó la mirada hacia arriba y contestó rapidamente: — Masomenos. Solo salíamos. Si te digo sinceramente, era un forro. Solo me usaba. Obvio, yo estaba enganchada— Rió la chica incómodamente para pasar el mal momento. Ramiro también rió, quizás algo aliviado al saber que nunca hubo algo serio de la joven con Sebastian. A los pocos segundos, el rostro de Ramiro se puso serio, y miró a Yolanda. — ¿Te puedo contar algo? Es algo relacionado con Seba… — A ver contame— Contestó la muchacha. — Bueno… Resulta que hace unos días cuando salíamos de Contabilidad, fui al baño para refrescarme un poco. Digamos lo de siempre. — ¿Y que tiene que ver con Sebastian eso?— Dijo divertida la chica. —Para flaca— Continuó Ramiro— Ya voy a llegar a eso. La cuestión es que comienzo a escuchar ruidos raros dentro de uno de los baños. Como si se trataran de golpes, gruñidos, no sé... — Ajá. — Al principio pensé que era uno de esos raros del colegio, hasta que de repente escucho su voz, gritando cosas sin sentido. — ¿Posta? ¿Y qué decía?— Preguntó la chica. — Decía estupideces, mucho no me acuerdo. No sé, cosas del estilo de “Ya te tengo fichado, vas a caer”. — Ah. Típico de él. — Si, ponele. Lo único que me llamó la atención fueron esos comportamientos extraños. Tengo la corazonada de que de verdad se preparaba para algo pero no se bien que...— — Quizás...— Interrumpió Yolanda— Solo se refería a sus competencias en artes marciales. No se si sabias Rami, pero él hace Jui…Argh... ¿como se dice? — ¿Jiu Jitsu?— Corrigió divertidamente Ramiro. — Si, eso. Gracias. No me salía— Se rió la chica. Mientras los dos amigos se estaban riendo de sus experiencias, Kevin apagó el celular, se sacó los auriculares y miró a Ramiro: — Hey, recien leo los mensajes de que Ramiro traía cartas de UNO, ¿Las tenes no? — Uy si, juguemos dale— Dijo Yolanda. Ramiro se rascó la cabeza y rápidamente revisó su gran equipaje. Metió su paquete de galletitas semi abierto dentro de la mochila y sacó un mazo de cartas atadas con una goma elástica. Este volteó su mirada a Yolanda y luego a Kevin. Feliz, dijo: — Si, las traje. Los jóvenes jugaron al juego de cartas durante una hora y media, parecía que ya habían olvidado que su otro amigo no estaba en la reunión compartiendo con ellos como solía hacer. Al finalizar la partida, Ramiro se disponía a barajar y repartir nuevamente las cartas. — Che, ya pasaron casi dos horas— Dijo el chico nuevo del curso— Seba no va a venir ni en pedo. — Y no— Contestó la chica revisando su celular— Será repitente y ya conoce todo el programa, pero esa materia que teníamos hoy la tiene desaprobada. Yo ya le venía diciendo que se ponga las pilas. — ¿Entonces ya sabías que no venía?— Dijo Ramiro confundido. — No, no creo— Contestó Kevin a la chica— El es de cumplir sus promesas. A lo mejor le pasó algo en su casa. Con su tía Jacinta, esa loca que vive con él. Ramiro sacó su celular, entró a Whatsapp y le mandó un mensaje a Sebastian. — Malas noticias, no le llegan los mensajes.— Afirmo el chico. — Uy, que mala suerte— Ironizó la chica. Kevin se tomaba la frente con los dedos. Agachó la cabeza y dijo en voz baja: — Seba… no podes… Ramiro reflexionó mientras miraba el cielo: — Nos viene avisando de este faltazo desde hace días..de que lo teníamos que hacer, de que nos servía para poder juntarnos, que él sentía que nos estábamos separando mucho. Ahora, no viene y encima apaga el celular. Yo no lo entiendo gente… — No hay que entender nada, Rami. Es un boludo. Me arrepiento profundamente de haberlo conocido— Replicó Yolanda. Kevin al escuchar esas palabras de la chica, se enfureció: — ¿Así vas a tratar a la persona que más nos ayudó? ¿A que gracias a él nunca más nadie nos molesto en los recreos ni en el curso como pasaba en primer año?— Kevin subió su tono de voz:— Yo lo único que sé es que Sebastian Aleretti es un amigo de fierro incondicional. Vos Yolanda… Vos sos una malagradecida. Sos una resentida porque él nunca te quiso, ¿verdad? Ramiro se quedó sorprendido. Aunque él quería golpearlo, no podía. No tenía porqué hacerlo. Aunque, Yolanda si. La chica abofeteó la cara del agresivo Kevin. El chico golpeado, calló. — Si. Lo odio.— Dijo Yolanda, aguantando las lágrimas. La chica tomó sus cosas y sin mediar ninguna palabra se fue en dirección a su casa. Ramiro, incómodo por la tensa situación y con algo de impotencia por la situación anterior, siguió los pasos de la chica y se fue junto con ella. Al pasar al lado de Kevin, el chico, apretando sus dientes, le dijo: — Suerte el lunes. Kevin, se sentó en el mismo banco del principio. Solo se conformó en verlos pasar, no tenía ánimos para sacar su celular. El buen momento que habían pasado terminó por su culpa. Él lo sabía, pero no entendía el porqué del odio a su mejor amigo Sebastian. Quizás su mente no estaba preparada para comprender a los demás. Ahora solo podía pensar en lo que estaba haciendo Sebastian. Su resentimiento hacia sus compañeros fue la acción que produjo que su mejor amigo se acercara a Kevin. Ramiro y Yolanda desaparecieron de la vista de Kevin. Del otro lado comenzaron a aparecer decenas de patrulleros, ambulancias rodeando su escuela. Kevin solo comenzó a llorar desconsoladamente, pataleando como si fuera un niño caprichoso. Pronto, empezaron a aparecer algunos de los compañeros de Kevin, la directora del colegio y la profesora de Biología corriendo desesperados. Como si se tratara de que la muerte los alcanzaba. Kevin los observó con la esperanza de encontrarlo, pero solo se halló ante algunos de los que más odiaba. El chico, tiritando de miedo y todavía con lágrimas en el rostro, se levantó del banco y se dirigió a su casa rengueando de tanto temblar. Solo quedaba la incertidumbre, para el muchacho que ya lo perdió todo.CUENTO : “LA JUNTADA” Eran las tres de la tarde, un día soleado, tranquilo y cotidiano como cualquier otro. En la plaza que estaba a pocas cuadras de la imponente escuela secundaria, se encontraba un chico de unos quince años dando vueltas alrededor de los juegos para niños y de los bancos de madera. Este se llamaba Kevin y estaba esperando a sus amigos para una típica juntada entre ellos. Luego de un par de minutos de andar revisando su celular para ver si alguno de sus compañeros le había mandado un mensaje, aparece desde la otra punta de la plaza otro chico de la misma edad que Kevin. Este tenía una mochila de un tamaño particularmente grande, cargada en sus espaldas. Su nombre era Ramiro. —¿Qué haces Kev?— Dijo alegremente el chico mientras saludaba con el clásico choque de puños a Kevin. Kevin, deslumbrado, no respondió. — Que mala onda loco… ¿Será porque Seba te hizo faltar?— Comentó Ramiro a Kevin, que parecía no salir de su nube de pensamiento— No te perdes nada si hoy no vas a la escuela. — No, no es eso— Respondió tajante Kevin— El único curso que teníamos clases era el nuestro, aparte es un viernes a la tarde con la profe de Biologia, que me calienta ir. — Y no se, si bien hace poquito entré al curso, capte rápido que vos sos el flaco más aplicado que conozco del aula. Se me hace raro verte faltar, por eso te digo. — Ya veo porque me pedís a cada rato los trabajos prácticos de Lengua y matemática...— Kevin se sentó en el banco, mirando hacia el horizonte. — Hey… Igual no te pongas así, me caes dentro de todo bien. Normal. Aunque todavía me acuerdo cuando recién llegué, que Seba me había dicho que eras medio denso, como que te obsesionabas con la gente.— Ramiro se puso al lado de Kevin, manoteando algo dentro de su mochila. — ¿Y qué queres que haga? Estamos en un curso lleno de pelotudos. No es mi culpa que sean tan giles para varias cosas. — ¿Cómo que? ¿Por ejemplo?— Preguntó Ramiro mientras agarraba un paquete de galletitas. — Y... Por ejemplo está Tobias. Tobias Hermani. ¿Lo conoces, no? — Si, algo. Parece piola. — Bueno ese forro me hizo perder un trabajo práctico de historia el año pasado. Se lo preste y pum, de la nada no apareció más. Me daba una bronca eso… — ¿Queres? — Interrumpió Ramiro ofreciendo galletas a Kevin. — No, gracias. Bueno la cosa es que cuando le fui a reclamar para entregarselo al profesor, el gordo ese se hizo el boludo y encima de no darmelo, me empezo a joder diciendome que “Si era tan capaz que me haga uno ahora”... Cosas así de gente necia. — Uhh… Supongo que lo cagaste a piñas me imagino. Otra no te quedaba. — No, no. Por más que este super enojado, esas cosas yo no las hago. Lo hablé con Seba y me dijo que lo mejor era calmarme, que ya lo iba a agarrar. — Apa...—Dijo Ramiro sorprendido— Así que Seba es una especie de guardaespaldas ahora… Mira vos. No lo había visto de esa manera. — Si, masomenos. Desde siempre me defendió. A todo esto, ¿Cuándo viene la piba esta? — Yoli me dijo que en cinco está llegando. — ¿Yoli?— Rió Kevin— ¿Desde cuando tanto cariño y confianza con ella? — ¿Que tiene?— Preguntó Ramiro algo avergonzado. — No, nada. ¿Qué te gusta? — ¿Y a vos te gusta alguien?— Retrucó Ramiro rápidamente. — Las preguntas no se responden con otras preguntas, pero no. Me parecen todas estupidas las del curso, ¿Te gusta Yolanda o no?— Dijo Kevin irritado. — Si bueno… La encararía y todo pero me da cosa viste…— Ramiro se rascó la cabeza de forma compulsiva. — Ella estuvo con Seba, acordate. No vas a poder volver a aparecer en la escuela si salis con ella porque terminas con el nazo roto…— Bromeó Kevin. — Si pero que se yo— Ramiro miró al suelo buscando salir de esa situación incómoda— Ultimamente Seba esta raro… — ¿A qué te referis? Está igual que siempre, Ramiro. — Y no se, dejala ahi mejor. Hey mira, ahí está llegando Yoli Desde la punta contraria de la plaza rectangular, llegaba Yolanda, una chica de la misma edad, la cual tenía el pelo marrón. Se la notaba algo amargada, como si de verdad no quisiera estar ahí. Ella se acercó a saludar a ambos: — Hola Rami, ¿Cómo andas?—Yolanda le dió el típico saludo de beso en la mejilla a Ramiro. — Todo bien… Aca esperando a Seba— Dijo Ramiro riendo nerviosamente. — Uhh… Bueno espero que sigamos esperando— Bromeó Yolanda. — Hola Yolanda— Dijo Kevin mirándola con cierto aura de desprecio a la chica. — Hola idiota. Al fin llegó el día en el que faltas a la escuela, ¿eh?— Ironizó la joven. — Uh callate, ya me acordaba porque no te hablaba tan seguido.— Dijo el chico algo enfadado — Uy, ¿pero qué pasa? ¿Estás molesto porque te toca hablar con nosotros sin Seba al lado?— Yolanda se rió a carcajadas mientras Ramiro hacía coro a su risa de forma menos alocada. Kevin, harto de que sus amigos lo molesten, se paró del banco y gritó señalando con el dedo a la chica: — ¡Yolanda, la puta madre! ¡Me voy a ir, ¿escuchaste?! — Que sensible… ¿Te vas a la escuela entonces? — Balbuceó la chica ahogada entre risas. Ramiro, al cual todavia la situación le parecía divertida, calmó al otro chico: — Tranqui Kevin, tranqui— Ramiro rodeó con su brazo el cuerpo de Kevin— Quédate si total en un rato seguro llega Seba con algo para tomar. Kevin miró furioso a Ramiro, separó el brazo del otro chico de su hombro y se fue a sentar a un banco más lejano, sacó su celular, se puso sus auriculares negros y se entretuvo con los videojuegos que tenía descargados. — ¿Siempre reacciona así?— Le preguntó en susurros Ramiro a Yolanda. — Es un nene. Un nene caprichoso.— Le respondió la chica— No lo mimes tanto. Seba lo convenció de venir acá porque él iba a estar acá, sino seguiría estudiando. — Ah, ya entiendo. —Ramiro miró al chico con algo de pena.— Bueno, entonces… A todo esto, ¿Sabes algo de Seba? Medio que no le llegan los mensajes… — No y no me interesa.— Dijo cortante la muchacha— Desde hace semanas no pienso hablar con él. — ¿Era tu novio? Disculpa pero estoy desde hace pocos meses acá y...— Preguntó el chico curioso Yolanda inclinó la mirada hacia arriba y contestó rapidamente: — Masomenos. Solo salíamos. Si te digo sinceramente, era un forro. Solo me usaba. Obvio, yo estaba enganchada— Rió la chica incómodamente para pasar el mal momento. Ramiro también rió, quizás algo aliviado al saber que nunca hubo algo serio de la joven con Sebastian. A los pocos segundos, el rostro de Ramiro se puso serio, y miró a Yolanda. — ¿Te puedo contar algo? Es algo relacionado con Seba… — A ver contame— Contestó la muchacha. — Bueno… Resulta que hace unos días cuando salíamos de Contabilidad, fui al baño para refrescarme un poco. Digamos lo de siempre. — ¿Y que tiene que ver con Sebastian eso?— Dijo divertida la chica. —Para flaca— Continuó Ramiro— Ya voy a llegar a eso. La cuestión es que comienzo a escuchar ruidos raros dentro de uno de los baños. Como si se trataran de golpes, gruñidos, no sé... — Ajá. — Al principio pensé que era uno de esos raros del colegio, hasta que de repente escucho su voz, gritando cosas sin sentido. — ¿Posta? ¿Y qué decía?— Preguntó la chica. — Decía estupideces, mucho no me acuerdo. No sé, cosas del estilo de “Ya te tengo fichado, vas a caer”. — Ah. Típico de él. — Si, ponele. Lo único que me llamó la atención fueron esos comportamientos extraños. Tengo la corazonada de que de verdad se preparaba para algo pero no se bien que...— — Quizás...— Interrumpió Yolanda— Solo se refería a sus competencias en artes marciales. No se si sabias Rami, pero él hace Jui…Argh... ¿como se dice? — ¿Jiu Jitsu?— Corrigió divertidamente Ramiro. — Si, eso. Gracias. No me salía— Se rió la chica. Mientras los dos amigos se estaban riendo de sus experiencias, Kevin apagó el celular, se sacó los auriculares y miró a Ramiro: — Hey, recien leo los mensajes de que Ramiro traía cartas de UNO, ¿Las tenes no? — Uy si, juguemos dale— Dijo Yolanda. Ramiro se rascó la cabeza y rápidamente revisó su gran equipaje. Metió su paquete de galletitas semi abierto dentro de la mochila y sacó un mazo de cartas atadas con una goma elástica. Este volteó su mirada a Yolanda y luego a Kevin. Feliz, dijo: — Si, las traje. Los jóvenes jugaron al juego de cartas durante una hora y media, parecía que ya habían olvidado que su otro amigo no estaba en la reunión compartiendo con ellos como solía hacer. Al finalizar la partida, Ramiro se disponía a barajar y repartir nuevamente las cartas. — Che, ya pasaron casi dos horas— Dijo el chico nuevo del curso— Seba no va a venir ni en pedo. — Y no— Contestó la chica revisando su celular— Será repitente y ya conoce todo el programa, pero esa materia que teníamos hoy la tiene desaprobada. Yo ya le venía diciendo que se ponga las pilas. — ¿Entonces ya sabías que no venía?— Dijo Ramiro confundido. — No, no creo— Contestó Kevin a la chica— El es de cumplir sus promesas. A lo mejor le pasó algo en su casa. Con su tía Jacinta, esa loca que vive con él. Ramiro sacó su celular, entró a Whatsapp y le mandó un mensaje a Sebastian. — Malas noticias, no le llegan los mensajes.— Afirmo el chico. — Uy, que mala suerte— Ironizó la chica. Kevin se tomaba la frente con los dedos. Agachó la cabeza y dijo en voz baja: — Seba… no podes… Ramiro reflexionó mientras miraba el cielo: — Nos viene avisando de este faltazo desde hace días..de que lo teníamos que hacer, de que nos servía para poder juntarnos, que él sentía que nos estábamos separando mucho. Ahora, no viene y encima apaga el celular. Yo no lo entiendo gente… — No hay que entender nada, Rami. Es un boludo. Me arrepiento profundamente de haberlo conocido— Replicó Yolanda. Kevin al escuchar esas palabras de la chica, se enfureció: — ¿Así vas a tratar a la persona que más nos ayudó? ¿A que gracias a él nunca más nadie nos molesto en los recreos ni en el curso como pasaba en primer año?— Kevin subió su tono de voz:— Yo lo único que sé es que Sebastian Aleretti es un amigo de fierro incondicional. Vos Yolanda… Vos sos una malagradecida. Sos una resentida porque él nunca te quiso, ¿verdad? Ramiro se quedó sorprendido. Aunque él quería golpearlo, no podía. No tenía porqué hacerlo. Aunque, Yolanda si. La chica abofeteó la cara del agresivo Kevin. El chico golpeado, calló. — Si. Lo odio.— Dijo Yolanda, aguantando las lágrimas. La chica tomó sus cosas y sin mediar ninguna palabra se fue en dirección a su casa. Ramiro, incómodo por la tensa situación y con algo de impotencia por la situación anterior, siguió los pasos de la chica y se fue junto con ella. Al pasar al lado de Kevin, el chico, apretando sus dientes, le dijo: — Suerte el lunes. Kevin, se sentó en el mismo banco del principio. Solo se conformó en verlos pasar, no tenía ánimos para sacar su celular. El buen momento que habían pasado terminó por su culpa. Él lo sabía, pero no entendía el porqué del odio a su mejor amigo Sebastian. Quizás su mente no estaba preparada para comprender a los demás. Ahora solo podía pensar en lo que estaba haciendo Sebastian. Su resentimiento hacia sus compañeros fue la acción que produjo que su mejor amigo se acercara a Kevin. Ramiro y Yolanda desaparecieron de la vista de Kevin. Del otro lado comenzaron a aparecer decenas de patrulleros, ambulancias rodeando su escuela. Kevin solo comenzó a llorar desconsoladamente, pataleando como si fuera un niño caprichoso. Pronto, empezaron a aparecer algunos de los compañeros de Kevin, la directora del colegio y la profesora de Biología corriendo desesperados. Como si se tratara de que la muerte los alcanzaba. Kevin los observó con la esperanza de encontrarlo, pero solo se halló ante algunos de los que más odiaba. El chico, tiritando de miedo y todavía con lágrimas en el rostro, se levantó del banco y se dirigió a su casa rengueando de tanto temblar. Solo quedaba la incertidumbre, para el muchacho que ya lo perdió todo.CUENTO : “LA JUNTADA” Eran las tres de la tarde, un día soleado, tranquilo y cotidiano como cualquier otro. En la plaza que estaba a pocas cuadras de la imponente escuela secundaria, se encontraba un chico de unos quince años dando vueltas alrededor de los juegos para niños y de los bancos de madera. Este se llamaba Kevin y estaba esperando a sus amigos para una típica juntada entre ellos. Luego de un par de minutos de andar revisando su celular para ver si alguno de sus compañeros le había mandado un mensaje, aparece desde la otra punta de la plaza otro chico de la misma edad que Kevin. Este tenía una mochila de un tamaño particularmente grande, cargada en sus espaldas. Su nombre era Ramiro. —¿Qué haces Kev?— Dijo alegremente el chico mientras saludaba con el clásico choque de puños a Kevin. Kevin, deslumbrado, no respondió. — Que mala onda loco… ¿Será porque Seba te hizo faltar?— Comentó Ramiro a Kevin, que parecía no salir de su nube de pensamiento— No te perdes nada si hoy no vas a la escuela. — No, no es eso— Respondió tajante Kevin— El único curso que teníamos clases era el nuestro, aparte es un viernes a la tarde con la profe de Biologia, que me calienta ir. — Y no se, si bien hace poquito entré al curso, capte rápido que vos sos el flaco más aplicado que conozco del aula. Se me hace raro verte faltar, por eso te digo. — Ya veo porque me pedís a cada rato los trabajos prácticos de Lengua y matemática...— Kevin se sentó en el banco, mirando hacia el horizonte. — Hey… Igual no te pongas así, me caes dentro de todo bien. Normal. Aunque todavía me acuerdo cuando recién llegué, que Seba me había dicho que eras medio denso, como que te obsesionabas con la gente.— Ramiro se puso al lado de Kevin, manoteando algo dentro de su mochila. — ¿Y qué queres que haga? Estamos en un curso lleno de pelotudos. No es mi culpa que sean tan giles para varias cosas. — ¿Cómo que? ¿Por ejemplo?— Preguntó Ramiro mientras agarraba un paquete de galletitas. — Y... Por ejemplo está Tobias. Tobias Hermani. ¿Lo conoces, no? — Si, algo. Parece piola. — Bueno ese forro me hizo perder un trabajo práctico de historia el año pasado. Se lo preste y pum, de la nada no apareció más. Me daba una bronca eso… — ¿Queres? — Interrumpió Ramiro ofreciendo galletas a Kevin. — No, gracias. Bueno la cosa es que cuando le fui a reclamar para entregarselo al profesor, el gordo ese se hizo el boludo y encima de no darmelo, me empezo a joder diciendome que “Si era tan capaz que me haga uno ahora”... Cosas así de gente necia. — Uhh… Supongo que lo cagaste a piñas me imagino. Otra no te quedaba. — No, no. Por más que este super enojado, esas cosas yo no las hago. Lo hablé con Seba y me dijo que lo mejor era calmarme, que ya lo iba a agarrar. — Apa...—Dijo Ramiro sorprendido— Así que Seba es una especie de guardaespaldas ahora… Mira vos. No lo había visto de esa manera. — Si, masomenos. Desde siempre me defendió. A todo esto, ¿Cuándo viene la piba esta? — Yoli me dijo que en cinco está llegando. — ¿Yoli?— Rió Kevin— ¿Desde cuando tanto cariño y confianza con ella? — ¿Que tiene?— Preguntó Ramiro algo avergonzado. — No, nada. ¿Qué te gusta? — ¿Y a vos te gusta alguien?— Retrucó Ramiro rápidamente. — Las preguntas no se responden con otras preguntas, pero no. Me parecen todas estupidas las del curso, ¿Te gusta Yolanda o no?— Dijo Kevin irritado. — Si bueno… La encararía y todo pero me da cosa viste…— Ramiro se rascó la cabeza de forma compulsiva. — Ella estuvo con Seba, acordate. No vas a poder volver a aparecer en la escuela si salis con ella porque terminas con el nazo roto…— Bromeó Kevin. — Si pero que se yo— Ramiro miró al suelo buscando salir de esa situación incómoda— Ultimamente Seba esta raro… — ¿A qué te referis? Está igual que siempre, Ramiro. — Y no se, dejala ahi mejor. Hey mira, ahí está llegando Yoli Desde la punta contraria de la plaza rectangular, llegaba Yolanda, una chica de la misma edad, la cual tenía el pelo marrón. Se la notaba algo amargada, como si de verdad no quisiera estar ahí. Ella se acercó a saludar a ambos: — Hola Rami, ¿Cómo andas?—Yolanda le dió el típico saludo de beso en la mejilla a Ramiro. — Todo bien… Aca esperando a Seba— Dijo Ramiro riendo nerviosamente. — Uhh… Bueno espero que sigamos esperando— Bromeó Yolanda. — Hola Yolanda— Dijo Kevin mirándola con cierto aura de desprecio a la chica. — Hola idiota. Al fin llegó el día en el que faltas a la escuela, ¿eh?— Ironizó la joven. — Uh callate, ya me acordaba porque no te hablaba tan seguido.— Dijo el chico algo enfadado — Uy, ¿pero qué pasa? ¿Estás molesto porque te toca hablar con nosotros sin Seba al lado?— Yolanda se rió a carcajadas mientras Ramiro hacía coro a su risa de forma menos alocada. Kevin, harto de que sus amigos lo molesten, se paró del banco y gritó señalando con el dedo a la chica: — ¡Yolanda, la puta madre! ¡Me voy a ir, ¿escuchaste?! — Que sensible… ¿Te vas a la escuela entonces? — Balbuceó la chica ahogada entre risas. Ramiro, al cual todavia la situación le parecía divertida, calmó al otro chico: — Tranqui Kevin, tranqui— Ramiro rodeó con su brazo el cuerpo de Kevin— Quédate si total en un rato seguro llega Seba con algo para tomar. Kevin miró furioso a Ramiro, separó el brazo del otro chico de su hombro y se fue a sentar a un banco más lejano, sacó su celular, se puso sus auriculares negros y se entretuvo con los videojuegos que tenía descargados. — ¿Siempre reacciona así?— Le preguntó en susurros Ramiro a Yolanda. — Es un nene. Un nene caprichoso.— Le respondió la chica— No lo mimes tanto. Seba lo convenció de venir acá porque él iba a estar acá, sino seguiría estudiando. — Ah, ya entiendo. —Ramiro miró al chico con algo de pena.— Bueno, entonces… A todo esto, ¿Sabes algo de Seba? Medio que no le llegan los mensajes… — No y no me interesa.— Dijo cortante la muchacha— Desde hace semanas no pienso hablar con él. — ¿Era tu novio? Disculpa pero estoy desde hace pocos meses acá y...— Preguntó el chico curioso Yolanda inclinó la mirada hacia arriba y contestó rapidamente: — Masomenos. Solo salíamos. Si te digo sinceramente, era un forro. Solo me usaba. Obvio, yo estaba enganchada— Rió la chica incómodamente para pasar el mal momento. Ramiro también rió, quizás algo aliviado al saber que nunca hubo algo serio de la joven con Sebastian. A los pocos segundos, el rostro de Ramiro se puso serio, y miró a Yolanda. — ¿Te puedo contar algo? Es algo relacionado con Seba… — A ver contame— Contestó la muchacha. — Bueno… Resulta que hace unos días cuando salíamos de Contabilidad, fui al baño para refrescarme un poco. Digamos lo de siempre. — ¿Y que tiene que ver con Sebastian eso?— Dijo divertida la chica. —Para flaca— Continuó Ramiro— Ya voy a llegar a eso. La cuestión es que comienzo a escuchar ruidos raros dentro de uno de los baños. Como si se trataran de golpes, gruñidos, no sé... — Ajá. — Al principio pensé que era uno de esos raros del colegio, hasta que de repente escucho su voz, gritando cosas sin sentido. — ¿Posta? ¿Y qué decía?— Preguntó la chica. — Decía estupideces, mucho no me acuerdo. No sé, cosas del estilo de “Ya te tengo fichado, vas a caer”. — Ah. Típico de él. — Si, ponele. Lo único que me llamó la atención fueron esos comportamientos extraños. Tengo la corazonada de que de verdad se preparaba para algo pero no se bien que...— — Quizás...— Interrumpió Yolanda— Solo se refería a sus competencias en artes marciales. No se si sabias Rami, pero él hace Jui…Argh... ¿como se dice? — ¿Jiu Jitsu?— Corrigió divertidamente Ramiro. — Si, eso. Gracias. No me salía— Se rió la chica. Mientras los dos amigos se estaban riendo de sus experiencias, Kevin apagó el celular, se sacó los auriculares y miró a Ramiro: — Hey, recien leo los mensajes de que Ramiro traía cartas de UNO, ¿Las tenes no? — Uy si, juguemos dale— Dijo Yolanda. Ramiro se rascó la cabeza y rápidamente revisó su gran equipaje. Metió su paquete de galletitas semi abierto dentro de la mochila y sacó un mazo de cartas atadas con una goma elástica. Este volteó su mirada a Yolanda y luego a Kevin. Feliz, dijo: — Si, las traje. Los jóvenes jugaron al juego de cartas durante una hora y media, parecía que ya habían olvidado que su otro amigo no estaba en la reunión compartiendo con ellos como solía hacer. Al finalizar la partida, Ramiro se disponía a barajar y repartir nuevamente las cartas. — Che, ya pasaron casi dos horas— Dijo el chico nuevo del curso— Seba no va a venir ni en pedo. — Y no— Contestó la chica revisando su celular— Será repitente y ya conoce todo el programa, pero esa materia que teníamos hoy la tiene desaprobada. Yo ya le venía diciendo que se ponga las pilas. — ¿Entonces ya sabías que no venía?— Dijo Ramiro confundido. — No, no creo— Contestó Kevin a la chica— El es de cumplir sus promesas. A lo mejor le pasó algo en su casa. Con su tía Jacinta, esa loca que vive con él. Ramiro sacó su celular, entró a Whatsapp y le mandó un mensaje a Sebastian. — Malas noticias, no le llegan los mensajes.— Afirmo el chico. — Uy, que mala suerte— Ironizó la chica. Kevin se tomaba la frente con los dedos. Agachó la cabeza y dijo en voz baja: — Seba… no podes… Ramiro reflexionó mientras miraba el cielo: — Nos viene avisando de este faltazo desde hace días..de que lo teníamos que hacer, de que nos servía para poder juntarnos, que él sentía que nos estábamos separando mucho. Ahora, no viene y encima apaga el celular. Yo no lo entiendo gente… — No hay que entender nada, Rami. Es un boludo. Me arrepiento profundamente de haberlo conocido— Replicó Yolanda. Kevin al escuchar esas palabras de la chica, se enfureció: — ¿Así vas a tratar a la persona que más nos ayudó? ¿A que gracias a él nunca más nadie nos molesto en los recreos ni en el curso como pasaba en primer año?— Kevin subió su tono de voz:— Yo lo único que sé es que Sebastian Aleretti es un amigo de fierro incondicional. Vos Yolanda… Vos sos una malagradecida. Sos una resentida porque él nunca te quiso, ¿verdad? Ramiro se quedó sorprendido. Aunque él quería golpearlo, no podía. No tenía porqué hacerlo. Aunque, Yolanda si. La chica abofeteó la cara del agresivo Kevin. El chico golpeado, calló. — Si. Lo odio.— Dijo Yolanda, aguantando las lágrimas. La chica tomó sus cosas y sin mediar ninguna palabra se fue en dirección a su casa. Ramiro, incómodo por la tensa situación y con algo de impotencia por la situación anterior, siguió los pasos de la chica y se fue junto con ella. Al pasar al lado de Kevin, el chico, apretando sus dientes, le dijo: — Suerte el lunes. Kevin, se sentó en el mismo banco del principio. Solo se conformó en verlos pasar, no tenía ánimos para sacar su celular. El buen momento que habían pasado terminó por su culpa. Él lo sabía, pero no entendía el porqué del odio a su mejor amigo Sebastian. Quizás su mente no estaba preparada para comprender a los demás. Ahora solo podía pensar en lo que estaba haciendo Sebastian. Su resentimiento hacia sus compañeros fue la acción que produjo que su mejor amigo se acercara a Kevin. Ramiro y Yolanda desaparecieron de la vista de Kevin. Del otro lado comenzaron a aparecer decenas de patrulleros, ambulancias rodeando su escuela. Kevin solo comenzó a llorar desconsoladamente, pataleando como si fuera un niño caprichoso. Pronto, empezaron a aparecer algunos de los compañeros de Kevin, la directora del colegio y la profesora de Biología corriendo desesperados. Como si se tratara de que la muerte los alcanzaba. Kevin los observó con la esperanza de encontrarlo, pero solo se halló ante algunos de los que más odiaba. El chico, tiritando de miedo y todavía con lágrimas en el rostro, se levantó del banco y se dirigió a su casa rengueando de tanto temblar. Solo quedaba la incertidumbre, para el muchacho que ya lo perdió todo.CUENTO : “LA JUNTADA” Eran las tres de la tarde, un día soleado, tranquilo y cotidiano como cualquier otro. En la plaza que estaba a pocas cuadras de la imponente escuela secundaria, se encontraba un chico de unos quince años dando vueltas alrededor de los juegos para niños y de los bancos de madera. Este se llamaba Kevin y estaba esperando a sus amigos para una típica juntada entre ellos. Luego de un par de minutos de andar revisando su celular para ver si alguno de sus compañeros le había mandado un mensaje, aparece desde la otra punta de la plaza otro chico de la misma edad que Kevin. Este tenía una mochila de un tamaño particularmente grande, cargada en sus espaldas. Su nombre era Ramiro. —¿Qué haces Kev?— Dijo alegremente el chico mientras saludaba con el clásico choque de puños a Kevin. Kevin, deslumbrado, no respondió. — Que mala onda loco… ¿Será porque Seba te hizo faltar?— Comentó Ramiro a Kevin, que parecía no salir de su nube de pensamiento— No te perdes nada si hoy no vas a la escuela. — No, no es eso— Respondió tajante Kevin— El único curso que teníamos clases era el nuestro, aparte es un viernes a la tarde con la profe de Biologia, que me calienta ir. — Y no se, si bien hace poquito entré al curso, capte rápido que vos sos el flaco más aplicado que conozco del aula. Se me hace raro verte faltar, por eso te digo. — Ya veo porque me pedís a cada rato los trabajos prácticos de Lengua y matemática...— Kevin se sentó en el banco, mirando hacia el horizonte. — Hey… Igual no te pongas así, me caes dentro de todo bien. Normal. Aunque todavía me acuerdo cuando recién llegué, que Seba me había dicho que eras medio denso, como que te obsesionabas con la gente.— Ramiro se puso al lado de Kevin, manoteando algo dentro de su mochila. — ¿Y qué queres que haga? Estamos en un curso lleno de pelotudos. No es mi culpa que sean tan giles para varias cosas. — ¿Cómo que? ¿Por ejemplo?— Preguntó Ramiro mientras agarraba un paquete de galletitas. — Y... Por ejemplo está Tobias. Tobias Hermani. ¿Lo conoces, no? — Si, algo. Parece piola. — Bueno ese forro me hizo perder un trabajo práctico de historia el año pasado. Se lo preste y pum, de la nada no apareció más. Me daba una bronca eso… — ¿Queres? — Interrumpió Ramiro ofreciendo galletas a Kevin. — No, gracias. Bueno la cosa es que cuando le fui a reclamar para entregarselo al profesor, el gordo ese se hizo el boludo y encima de no darmelo, me empezo a joder diciendome que “Si era tan capaz que me haga uno ahora”... Cosas así de gente necia. — Uhh… Supongo que lo cagaste a piñas me imagino. Otra no te quedaba. — No, no. Por más que este super enojado, esas cosas yo no las hago. Lo hablé con Seba y me dijo que lo mejor era calmarme, que ya lo iba a agarrar. — Apa...—Dijo Ramiro sorprendido— Así que Seba es una especie de guardaespaldas ahora… Mira vos. No lo había visto de esa manera. — Si, masomenos. Desde siempre me defendió. A todo esto, ¿Cuándo viene la piba esta? — Yoli me dijo que en cinco está llegando. — ¿Yoli?— Rió Kevin— ¿Desde cuando tanto cariño y confianza con ella? — ¿Que tiene?— Preguntó Ramiro algo avergonzado. — No, nada. ¿Qué te gusta? — ¿Y a vos te gusta alguien?— Retrucó Ramiro rápidamente. — Las preguntas no se responden con otras preguntas, pero no. Me parecen todas estupidas las del curso, ¿Te gusta Yolanda o no?— Dijo Kevin irritado. — Si bueno… La encararía y todo pero me da cosa viste…— Ramiro se rascó la cabeza de forma compulsiva. — Ella estuvo con Seba, acordate. No vas a poder volver a aparecer en la escuela si salis con ella porque terminas con el nazo roto…— Bromeó Kevin. — Si pero que se yo— Ramiro miró al suelo buscando salir de esa situación incómoda— Ultimamente Seba esta raro… — ¿A qué te referis? Está igual que siempre, Ramiro. — Y no se, dejala ahi mejor. Hey mira, ahí está llegando Yoli Desde la punta contraria de la plaza rectangular, llegaba Yolanda, una chica de la misma edad, la cual tenía el pelo marrón. Se la notaba algo amargada, como si de verdad no quisiera estar ahí. Ella se acercó a saludar a ambos: — Hola Rami, ¿Cómo andas?—Yolanda le dió el típico saludo de beso en la mejilla a Ramiro. — Todo bien… Aca esperando a Seba— Dijo Ramiro riendo nerviosamente. — Uhh… Bueno espero que sigamos esperando— Bromeó Yolanda. — Hola Yolanda— Dijo Kevin mirándola con cierto aura de desprecio a la chica. — Hola idiota. Al fin llegó el día en el que faltas a la escuela, ¿eh?— Ironizó la joven. — Uh callate, ya me acordaba porque no te hablaba tan seguido.— Dijo el chico algo enfadado — Uy, ¿pero qué pasa? ¿Estás molesto porque te toca hablar con nosotros sin Seba al lado?— Yolanda se rió a carcajadas mientras Ramiro hacía coro a su risa de forma menos alocada. Kevin, harto de que sus amigos lo molesten, se paró del banco y gritó señalando con el dedo a la chica: — ¡Yolanda, la puta madre! ¡Me voy a ir, ¿escuchaste?! — Que sensible… ¿Te vas a la escuela entonces? — Balbuceó la chica ahogada entre risas. Ramiro, al cual todavia la situación le parecía divertida, calmó al otro chico: — Tranqui Kevin, tranqui— Ramiro rodeó con su brazo el cuerpo de Kevin— Quédate si total en un rato seguro llega Seba con algo para tomar. Kevin miró furioso a Ramiro, separó el brazo del otro chico de su hombro y se fue a sentar a un banco más lejano, sacó su celular, se puso sus auriculares negros y se entretuvo con los videojuegos que tenía descargados. — ¿Siempre reacciona así?— Le preguntó en susurros Ramiro a Yolanda. — Es un nene. Un nene caprichoso.— Le respondió la chica— No lo mimes tanto. Seba lo convenció de venir acá porque él iba a estar acá, sino seguiría estudiando. — Ah, ya entiendo. —Ramiro miró al chico con algo de pena.— Bueno, entonces… A todo esto, ¿Sabes algo de Seba? Medio que no le llegan los mensajes… — No y no me interesa.— Dijo cortante la muchacha— Desde hace semanas no pienso hablar con él. — ¿Era tu novio? Disculpa pero estoy desde hace pocos meses acá y...— Preguntó el chico curioso Yolanda inclinó la mirada hacia arriba y contestó rapidamente: — Masomenos. Solo salíamos. Si te digo sinceramente, era un forro. Solo me usaba. Obvio, yo estaba enganchada— Rió la chica incómodamente para pasar el mal momento. Ramiro también rió, quizás algo aliviado al saber que nunca hubo algo serio de la joven con Sebastian. A los pocos segundos, el rostro de Ramiro se puso serio, y miró a Yolanda. — ¿Te puedo contar algo? Es algo relacionado con Seba… — A ver contame— Contestó la muchacha. — Bueno… Resulta que hace unos días cuando salíamos de Contabilidad, fui al baño para refrescarme un poco. Digamos lo de siempre. — ¿Y que tiene que ver con Sebastian eso?— Dijo divertida la chica. —Para flaca— Continuó Ramiro— Ya voy a llegar a eso. La cuestión es que comienzo a escuchar ruidos raros dentro de uno de los baños. Como si se trataran de golpes, gruñidos, no sé... — Ajá. — Al principio pensé que era uno de esos raros del colegio, hasta que de repente escucho su voz, gritando cosas sin sentido. — ¿Posta? ¿Y qué decía?— Preguntó la chica. — Decía estupideces, mucho no me acuerdo. No sé, cosas del estilo de “Ya te tengo fichado, vas a caer”. — Ah. Típico de él. — Si, ponele. Lo único que me llamó la atención fueron esos comportamientos extraños. Tengo la corazonada de que de verdad se preparaba para algo pero no se bien que...— — Quizás...— Interrumpió Yolanda— Solo se refería a sus competencias en artes marciales. No se si sabias Rami, pero él hace Jui…Argh... ¿como se dice? — ¿Jiu Jitsu?— Corrigió divertidamente Ramiro. — Si, eso. Gracias. No me salía— Se rió la chica. Mientras los dos amigos se estaban riendo de sus experiencias, Kevin apagó el celular, se sacó los auriculares y miró a Ramiro: — Hey, recien leo los mensajes de que Ramiro traía cartas de UNO, ¿Las tenes no? — Uy si, juguemos dale— Dijo Yolanda. Ramiro se rascó la cabeza y rápidamente revisó su gran equipaje. Metió su paquete de galletitas semi abierto dentro de la mochila y sacó un mazo de cartas atadas con una goma elástica. Este volteó su mirada a Yolanda y luego a Kevin. Feliz, dijo: — Si, las traje. Los jóvenes jugaron al juego de cartas durante una hora y media, parecía que ya habían olvidado que su otro amigo no estaba en la reunión compartiendo con ellos como solía hacer. Al finalizar la partida, Ramiro se disponía a barajar y repartir nuevamente las cartas. — Che, ya pasaron casi dos horas— Dijo el chico nuevo del curso— Seba no va a venir ni en pedo. — Y no— Contestó la chica revisando su celular— Será repitente y ya conoce todo el programa, pero esa materia que teníamos hoy la tiene desaprobada. Yo ya le venía diciendo que se ponga las pilas. — ¿Entonces ya sabías que no venía?— Dijo Ramiro confundido. — No, no creo— Contestó Kevin a la chica— El es de cumplir sus promesas. A lo mejor le pasó algo en su casa. Con su tía Jacinta, esa loca que vive con él. Ramiro sacó su celular, entró a Whatsapp y le mandó un mensaje a Sebastian. — Malas noticias, no le llegan los mensajes.— Afirmo el chico. — Uy, que mala suerte— Ironizó la chica. Kevin se tomaba la frente con los dedos. Agachó la cabeza y dijo en voz baja: — Seba… no podes… Ramiro reflexionó mientras miraba el cielo: — Nos viene avisando de este faltazo desde hace días..de que lo teníamos que hacer, de que nos servía para poder juntarnos, que él sentía que nos estábamos separando mucho. Ahora, no viene y encima apaga el celular. Yo no lo entiendo gente… — No hay que entender nada, Rami. Es un boludo. Me arrepiento profundamente de haberlo conocido— Replicó Yolanda. Kevin al escuchar esas palabras de la chica, se enfureció: — ¿Así vas a tratar a la persona que más nos ayudó? ¿A que gracias a él nunca más nadie nos molesto en los recreos ni en el curso como pasaba en primer año?— Kevin subió su tono de voz:— Yo lo único que sé es que Sebastian Aleretti es un amigo de fierro incondicional. Vos Yolanda… Vos sos una malagradecida. Sos una resentida porque él nunca te quiso, ¿verdad? Ramiro se quedó sorprendido. Aunque él quería golpearlo, no podía. No tenía porqué hacerlo. Aunque, Yolanda si. La chica abofeteó la cara del agresivo Kevin. El chico golpeado, calló. — Si. Lo odio.— Dijo Yolanda, aguantando las lágrimas. La chica tomó sus cosas y sin mediar ninguna palabra se fue en dirección a su casa. Ramiro, incómodo por la tensa situación y con algo de impotencia por la situación anterior, siguió los pasos de la chica y se fue junto con ella. Al pasar al lado de Kevin, el chico, apretando sus dientes, le dijo: — Suerte el lunes. Kevin, se sentó en el mismo banco del principio. Solo se conformó en verlos pasar, no tenía ánimos para sacar su celular. El buen momento que habían pasado terminó por su culpa. Él lo sabía, pero no entendía el porqué del odio a su mejor amigo Sebastian. Quizás su mente no estaba preparada para comprender a los demás. Ahora solo podía pensar en lo que estaba haciendo Sebastian. Su resentimiento hacia sus compañeros fue la acción que produjo que su mejor amigo se acercara a Kevin. Ramiro y Yolanda desaparecieron de la vista de Kevin. Del otro lado comenzaron a aparecer decenas de patrulleros, ambulancias rodeando su escuela. Kevin solo comenzó a llorar desconsoladamente, pataleando como si fuera un niño caprichoso. Pronto, empezaron a aparecer algunos de los compañeros de Kevin, la directora del colegio y la profesora de Biología corriendo desesperados. Como si se tratara de que la muerte los alcanzaba. Kevin los observó con la esperanza de encontrarlo, pero solo se halló ante algunos de los que más odiaba. El chico, tiritando de miedo y todavía con lágrimas en el rostro, se levantó del banco y se dirigió a su casa rengueando de tanto temblar. Solo quedaba la incertidumbre, para el muchacho que ya lo perdió todo.